#24 Dominio propio: El camino a la verdadera libertad

By Matt Damico

Introducción: La verdadera libertad

Imaginemos un grupo de una docena de músicos de jazz reunidos, dispuestos a tocar: unos cuantos trompetistas, unos cuantos trombonistas, unos cuantos saxofones, un pianista, un bajista y un baterista. No tienen partituras en sus atriles. Para empezar, uno de ellos dice: “Toquen las notas que quieran al ritmo que quieran. ¡Adelante!”. ¿Cuál creen que será el resultado? Seguramente será una anarquía musical, que desdibujará las fronteras entre la música y el ruido.

Ahora imaginemos el mismo grupo de músicos, pero uno de ellos decide en qué tonalidad tocará el grupo (limitando así las opciones de qué notas deben tocarse), establece claramente el tempo y el tiempo, e incluso da instrucciones sobre cuándo tocarán las distintas personas. El resultado será música clara e incuestionable. Y, dependiendo de la calidad de los músicos, podría ser bastante buena.

¿Cuál es la diferencia entre los dos escenarios? La diferencia es la presencia de límites. La primera escena sonidos como una receta para la libertad, pero la ausencia de límites definidos conduce al caos y al desorden. La segunda escena deja espacio para actual libertad, poniendo a los músicos en posición de crear algo bueno y bello.

Los límites sensatos fomentan el orden, la bondad y la alegría, y la ausencia de límites impide precisamente esas cualidades, lo que a menudo conduce a la confusión y al descontrol.

Este principio es válido tanto para la música como para la vida. Si eliminamos los límites y nos permitimos satisfacer todos los deseos que sentimos (ya sea de comida, bebida, sexo, sueño o cualquier otro), seguramente nos encontraremos miserables y agobiados por el arrepentimiento. La llamada libertad de la indulgencia resulta ser una esclavitud.

Mientras tanto, la presencia de límites —la capacidad y habilidad de decir “no” a ciertas cosas— nos permite decir “sí” a las cosas correctas y construir vidas que traigan gloria a nuestro Creador.

Esta capacidad de establecer límites y vivir de acuerdo con ellos es lo que la Biblia llama “autocontrol”, y el autocontrol es el camino hacia la libertad de toda clase de ataduras.

Uno de los desafíos que se nos plantean es que vivimos en una época y una cultura en las que se aborda el autocontrol de forma radicalmente divergente. Para algunas personas, el autocontrol es la antítesis de virtudes culturales como la autenticidad y la autoexpresión. Si los límites nos alientan a vivir de maneras que son “inauténticas” porque no siempre “tenemos ganas” de vivir según esos límites y privarnos de placeres, entonces los límites deben desaparecer. O si los límites amenazan con sofocar la expresión de nuestro verdadero yo, entonces la autoexpresión debe triunfar.

Por otro lado, existen libros, podcasts y programas que prometen ayudar a las personas a ser más productivas, a crear buenos hábitos y a desarrollar trucos para la vida. Es evidente que algunas personas quieren controlar sus pasiones y sus vidas. Más adelante, hablaremos más sobre este fenómeno.

Dios llama a su pueblo a algo mejor que la autenticidad y nos ofrece promesas mejores que los trucos de vida. A través de esta guía de campo, buscaremos una comprensión más completa de la enseñanza de la Biblia sobre el autocontrol, exploraremos los motivos bíblicos y luego aplicaremos estos conceptos a diferentes áreas de la vida. Oro para que salgas del otro lado con un celo renovado por vivir con autocontrol para la gloria de Dios, para tu propio bien y el bien de quienes te rodean.

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